Previniendo la mala conducta

La importancia de la socialización temprana en perros cachorros.

MVZ. Román Pino Dorantes, Veterinarios de la Conducta

La conducta de nuestro perro es una combinación entre los genes (la información que nos pasan nuestros padres para poder sobrevivir) y el ambiente en el que crece (experiencias, recuerdos, aprendizaje).

Si queremos que nuestros perros mejoren su conducta deberíamos comenzar en hacer algo distinto a lo que hacemos actualmente, después de todo, como Einstein decía: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Un problema muy común -que vemos con nuestros pacientes día a día-, es una inadecuada socialización temprana, y es que los perros nacen con una predisposición natural a aprender cosas importantes cuando tienen un poco menos de 4 meses de edad.

En concreto nos referimos a las habilidades sociales con otros perros y especies distintas. Algunos de los comportamientos que, de manera natural aprenderían con su mamá y hermanos son: no morder fuerte, entender cuando parar, aprender a jugar, ser independiente de mamá, comunicarse bien en su idioma, entre otros.

Antes de separarlos de mamá

Otro elemento sumamente importante de esta etapa es que los cachorros aprendan qué es normal, qué es amenazante y qué no. Lamentablemente, lo común es separar a los cachorros de su mamá y hermanos para tenerlos en un departamento hasta que cumplan con sus vacunas y puedan salir al mundo y conocer perros, personas y demás… Es como si los metiéramos en una burbuja, en una etapa que es crucial para su salud emocional y aprendizaje. Los perros cuando salen de esta burbuja, si están predispuestos genéticamente, salen con mucho miedo, les cuesta socializar, no han aprendido a morder “despacito”, no saben comunicarse o se ponen “nerviosos” cuando otro perro se acerca de manera amistosa, son demasiado insistentes y no entienden bien las señales de otros perros.

Luego, comenzamos a castigar manifestaciones de miedo, ansiedad o estrés, esto naturalmente empeora la conducta. El miedo, agresión y ansiedad comienzan a volverse patológicas.

Tenemos, como sociedad una gran desinformación sobre los perros, su conducta y cómo podemos educarlos, pero afortunadamente no todo está perdido.

¿Qué podemos hacer?

Si nuestro perro aún es un pequeño cachorro, es decir tiene menos de 3-5 meses de edad, estamos a tiempo para prevenir problemas de conducta futuros. Aunque lo mejor sería asesorarnos con un Veterinario de la conducta para tener una noción completa y adecuada para nuestro perro, podemos permitir que juegue o conviva con perros sanos, no agresivos y con su vacunación y desparasitación al día. Esto será especialmente importante para que los cachorros aprendan lo mencionado anteriormente.

El mundo real

También deberemos sacarlos a la calle, en brazos al menos, para que escuchen, vean y huelan “el mundo real”, mientras reciben cariño y premios de nuestra parte. De esta manera asociarán positiva o, al menos neutra este tipo de estímulos y eso sería muy bueno para el futuro, pues tendrán menor posibilidad de desarrollar miedo, ansiedad o cualquiera de sus manifestaciones, como la agresión, por ejemplo.

Si por el contrario, nuestro perro es mayor podemos enseñarle, sin maltrato ni violencia, a través de ciertas técnicas como la desensibilización sistemática o el contracondicionamiento, a no temer o temer menos.

Pienso que como tutores de nuestros fieles compañeros somos responsables de empatizar y hacer algo para mejorar su bienestar y felicidad presente y futura

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