Colores en el viento

Las aves en el antiguo México y las otras culturas de América.

Una de las cosas que más han impactado al hombre, desde los albores de su existencia hasta la actualidad, es la increíble capacidad de volar que tienen la mayoría de las aves.

Vuelo, alas y colores

El hombre de la Prehistoria, en ocasiones se inspiraba en los pájaros de su entorno para desarrollar su talento artístico y una de las representaciones más antiguas de aves que se conocen, fue descubierta en la cueva de Chauvet, Francia, y se trata de un búho, cuya imagen fue delineada hace alrededor de 34 000 años. También en Francia, pero en las paredes de la caverna de Cosquer, fueron plasmados varios pingüinos hace 29 000 años.

En América se desarrollaron un gran número de pueblos y varias civilizaciones, cuya riqueza cultural es fascinante e invaluable. Todas esas etnias, se vieron influenciadas por las aves. Las relacionaron con lo divino y con lo sobrenatural; eran una fuente importantísima de alimento; proporcionaban preciosas plumas utilizadas para elaborar objetos suntuarios; eran conservadas en cautiverio por sus hermosos cantos o por su capacidad para imitar la voz humana; se comercializaban para diversos fines; y en muchas ocasiones eran consideradas además de animales de compañía, también miembros de la familia.

La no domesticación

Resulta sumamente interesante, que debido a la abundancia de recursos en el México antiguo, la domesticación animal casi no se llevó a cabo en este territorio.

Entre las aves, la única especie de la que hay evidencia indiscutible de su domesticación con fines alimentarios, es el uexólotl – el guajolote−, que se vinculó a los seres humanos hace más de 4000 años y que probablemente constituyó una importante fuente de carne y huevo para los pueblos prehispánicos.

Algunas especies de interés para los antiguos mexicanos por su canto o por sus finas plumas fueron el acolchichi (tordo sargento), el centzontlatole.

Sin lugar a dudas la más apreciada de todas estas aves fue el cenzontle y uno de los poemas más conocidos del rey Nezahualcóyotl (1402-1472), monarca de Texcoco, incluye a este plumífero de bellísimo y variado canto.

Entre los psitácidos de interés para las etnias prehispánicas, ya fuera por sus hermosas plumas o por su habilidad para imitar la voz humana están la guacamaya, el toznene (loro de cabeza amarilla), el cochotl (perico de frente blanca) y el quiliton (cotorra enana).

Hay evidencia de la tenencia de estos animales desde el siglo II d.C. y de que se comerciaba con ellos, llevándolos a zonas muy alejadas de sus nichos de origen.

Por otra parte, las codornices −zollin− además de consumirse; estaban involucradas en una gran cantidad de ritos en los que eran sacrificadas y todo parece indicar que se les criaba en cautiverio. Por el contrario, los patos −canauhtli− y otros anátidos eran tan abundantes en los lagos del Anáhuac que al parecer nunca se intentó domesticarlos; a pesar de que brindaban carne, huevos y plumas a los pueblos lacustres. Lo mismo sucedía con las garzas −áztatl− cuyas plumas eran muy apreciadas.

Respeto y reverencia

Las inigualables características de las aves han captado el interés del hombre desde épocas remotas; y esto ha provocado que se involucre a esta clase de animales en distintos aspectos de las culturas que se han desarrollado a lo largo del tiempo en el territorio mexicano. Pero, a diferencia del mundo moderno, los pueblos antiguos, además de admirar a estos extraordinarios seres, también los respetaron y los reverenciaron.

Si logramos comprender esa perfecta simbiosis, habremos avanzado muchísimo en el respeto y la conservación de nuestra fauna endémica tan inmensamente valiosa desde cualquier punto de vista: tanto antiguo como moderno; tanto histórico como artístico, tanto cultural como biológico.

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