El gato, el escarabajo y el sol.

Lucha diaria por salvar el universo

Para los egipcios, la fauna definía la existencia del mundo. entre sus favoritos, el gato jugaba papeles fundamentales, quizá el más, por luchar cada noche para darnos un nuevo amanecer.

MVZ. Luis Fernando De Juan Guzmán

En el antiguo Egipto, Iunu era la ciudad donde se adoraba al Sol y fue una de las metrópolis más importantes a lo largo de la historia del país del Nilo. Probablemente fue el centro de estudios astronómicos más importante del imperio y ahí se conservaban los textos en los que se plasmaba el devenir histórico de esta civilización. Por milenios fue la fuente de conocimientos de los más grandes sabios. Los griegos la conocerían como Heliópolis, la Ciudad del Sol.

En esta urbe dedicada al Sol, se le rendía culto en todas sus manifestaciones: Se veneraba a Ra, el disco solar revelado en todo su poder; a Atón, el amable anciano (a veces con cabeza de carnero) representante del Sol del atardecer; y Atum, el Sol primigenio que se creó a sí mismo.

El sol como máxima deidad

Deidades asociadas al rey de los astros, también fueron honradas en Heliópolis tales como: Khnum, el dios alfarero con cabeza de carnero, en cuyo torno daba forma a todo ser vivo. Una vez terminada la figura les insuflaba el alma con su aliento, es por ello que la palabra “alma” y “carnero” eran la misma en egipcio antiguo. Khnum modelaba el huevo de donde nacería cada día la luz del Sol, después de ser empollado por miríadas de serpientes y ranas.

Sin embargo, existían otras dos manifestaciones solares muy interesantes y de una importancia mayúscula, pues se encargaban de guardar a la humanidad y al cosmos entero de la muerte y destrucción. Una de ellas era Khepri, el escarabajo sagrado y Miuty, el Gran Gato de Iunu. Dos de los dioses más amados por los egipcios y que se siguen considerando símbolos de vida y buena fortuna.

Al amanecer, una vez que el Sol nacía del huevo modelado por Khnum, era tomado por Khepri y transportado por él a través de la bóveda celeste a lo largo del día. Gracias al sagrado escarabajo, el disco solar surcaba los cielos esparciendo sobre el mundo su luz y calor, otorgando vida, energía, movimiento y fuerza.

Una vez en el ocaso y ya cumplida su importante misión, Khepri depositaba al Sol más allá de las montañas de Occidente, donde el dios abordaba su barca sagrada para realizar un largo viaje nocturno a través del Duat, el inframundo.

Los peligros de la barca solar

A lo largo del lóbrego recorrido, el Sol y otros dioses que lo acompañaban, se enfrentaban a distintas potencias malignas o demonios que trataban de matar a los navegantes de la Barca Solar y así alterar para siempre el orden cósmico. La más terrorífica, poderosa y letal de aquellas criaturas era Apep, conocida como Apofis por los griegos. Este maléfico ser era una inmensa y feroz serpiente. Representaba y encarnaba todo aquello opuesto a la Maat y era el más formidable enemigo del Sol.

Para poderle enfrentar y vencer, el Sol se transformaba en gato y recibía el nombre de Miuty o Gran Gato de Iunu/Heliópolis. Peleaban en una titánica lucha, agrediéndose atrozmente, tratando de sorprender al oponente y matarlo. Un colosal combate en donde se ponía en juego el destino de la humanidad y del Universo entero.

El gato de lunu

Por fin, el Gran Gato cortaba la cabeza de Apep, se convertía en un huevo, era empollado y renacía el disco solar envuelto en la divina sangre que manaba a borbotones del cuello cortado de Apep, de ahí los hermosos colores de cada amanecer. Entonces, Khepri volvía a tomar al Sol y lo empujaba a través de los cielos a lo largo del día, otorgando una nueva jornada de vida al Cosmos y la perpetuación de la Maat. Esto sucedía cada día y noche, pues Apep era inmortal y a lo largo de las horas diurnas se recuperaba de sus heridas y le volvía a crecer una nueva cabeza.

No resulta raro el amor y agradecimiento que los antiguos egipcios profesaban a estas dos deidades; su vida y cultura dependían de la benevolencia de estos seres. Tal vez nuestra vida y civilización sigan dependiendo de ellos, ¿quién puede saberlo?.

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