Septiembre 2017, lo que aprendimos del sismo

A las 13:14pm del 19 de septiembre de 2017, un sismo de 6.8 grados golpeó los estados del centro del país. Historias de familias completas, con animales, empezaron a reescribirse a partir de entonces.

Dra. Claudia Edwards P. Coordinadora Regional de Respuesta ante desastres en LATAM para Humane Society International México.

Paco Colmenares Periodista especializado. Director Editorial de Pet’s Life.

México tiene una larga historia con los sismos, nuestra ubicación geográfica nos deja en una posición vulnerable respecto a los encuentros entre placas tectónicas, conocidos como sismos de subducción y a los sismos intraplaca, como el ocurrido aquel mediodía.

Apenas poco más de dos horas después de haber realizado un simulacro en recuerdo del otro gran temblor del 19 de septiembre, pero este de 1985, el golpe de este movimiento intraplaca con epicentro a 1 km de San Felipe Ayutla, Puebla, sacudió a varios Estados por alrededor de 90 segundos, dejando daños severos, destruyendo edificios y cobrando la vida de al menos 370 personas a lo largo de los Estados afectados.

A 32 años del gran sismo del 85, muchas cosas habían cambiado. Teníamos un mayor conocimiento del tema, contábamos con instituciones y equipos de rescate especializados, habíamos crecido escuchando lo que se hizo y lo que se debía hacer. Pero otra cosa fundamental había cambiado: ahora una gran cantidad de familias se componían, también, de miembros animales. Aún no habíamos considerado esa diferencia, por lo que otra vez, el desastre nos enfrentó a nuestras carencias y omisiones.

El primer impacto: los perdidos

En las primeras horas, mientras el polvo aún flotaba en el ambiente y el sonido de sirenas de todo tipo no cesaba, la primera oleada de animales afectados fueron los extraviados.

Tutores que no estaban en casa, edificios en ruinas con puertas abiertas, pánico en las calles que los hizo correr sueltos. En refugios y centros de ayuda improvisados en calles y parques, empezaron a aparecer perros y gatos sin sus humanos. Instintivamente, grupos de voluntarios y después asociaciones con más conocimiento del tema, empezaron a resguardarlos, armando jaulas, corrales, acopiando transportadoras o atándolos a postes y árboles.

Entre las donaciones comenzaron a llegar bultos de croquetas, platos usados, correas y collares. Poco a poco las necesidades iban quedando claras, mientras comenzaba la búsqueda de tutores extraviados.

¿Qué aprendimos?

  • Los perros y gatos deben llevar un collar con placa de identificación TODO el tiempo, aún si están encerrados en casa y nunca salen. Sus datos en su placa, son la única forma de comunicación que tendrán con desconocidos que los quieran ayudar.
  • Se debe buscar información confiable, de fuentes verificadas, hubo quienes su labor voluntaria era confirmar si el albergue que decía aceptar perros era real o no, quién estaba recibiendo insumos para animales y quienes no, entre mucha otra información falsa, borrosa, poco confiable.
  • Necesitamos grupos especializados para estas crisis, como el creado en ese entonces, Mascota Sismo, una iniciativa de Nelly Mercado quien publicaba las fotos que recopilaba y que le hacían llegar los usuarios de Twitter de perros, gatos, tortugas y hasta aves perdidas y encontradas. Esta plataforma recibió cerca de 1300 reportes durante esa crisis, gracias a los cuales 498 familias pudieron volver a reunirse (¡casi el 40%!).

La segunda ola: los refugiados

Pasados los primeros días, ante el recuento de los daños y el riesgo de réplicas, las familias cuyas propiedades habían caído o sufrido daños serios tuvieron que buscar refugio en albergues o espacios improvisados, carpas, casas de campaña, campamentos a las afueras de los edificios a la espera de una revisión completa.

¿Qué aprendimos?

  • Las autoridades deben considerar que los espacios de rescate y refugio deben armarse con las condiciones necesarias para que las personas lleguen con sus animales.
  • Se debe capacitar en el montaje de refugios temporales para resguardar animales cerca de la zona en la que son encontrados. Para esto, organizaciones como Humane Society International han realizado pláticas y talleres para levantar un refugio adecuado para cada especie que es rescatada.
  • Los tutores deben tener en casa una mochila de emergencia, en donde tengan comida, carnet de vacunación, correa extra, pipeta antipulgas, raciones de los medicamentos que tome, un kit de primeros auxilios, entre otras cosas.

Educación en prevención

A partir del Huracán Katrina que pegó en Nueva Orleans en el 2005, las autoridades de protección civil han incorporado a los animales en distintos planes de desastres. México ha tardado un poco más, pero va con un paso firme en esa dirección. Un ejemplo claro es el Plan Familiar de Protección Civil de la Ciudad de México, que ya incluye dentro de las identificaciones de la familia a los perros y gatos; así como diversos esfuerzos para realizar simulacros con animales de granja en las faldas del Popocatépetl o en el Parque de los Venados.

Los desastres naturales y las crisis ambientales no avisan. La reducción de los daños y las víctimas, depende de todos nosotros.

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