Voracidad: arrasando con la comida

MVZ Ana Isabel Cué Martínez

Según la Real Academia Española, la palabra voraz, cuando se aplica a un animal es que es “muy comedor”, aunque en personas se refiere a alguien “que come desmesuradamente y con mucha ansia”. Por eso yo me quedo con la segunda definición para aplicarla a las mascotas, principalmente a los perros.

Podría dar una larga explicación sobre el control del apetito y el uso de la energía en los mamíferos, pero mejor diré que el hambre y la saciedad derivan de estímulos que actúan sobre el hipotálamo (la parte del cerebro que regula diferentes cuestiones del organismo). Esos estímulos provienen del sistema nervioso, del sistema endócrino y del digestivo. Por eso la voracidad tiene diferentes orígenes.

De lobos (y caninos) voraces

Hay explicaciones más sencillas para comprender la voracidad que suele presentarse en canes (más que en gatos) y para ello hay que estudiar sus características naturales. Aunque ambos son del orden Carnívora, a los primeros se les considera omnívoros y los segundos son carnívoros estrictos.

Por una parte, un minino suele consumir unas 15 a 20 pequeñas raciones -sobre todo al anochecer-, y dicho comportamiento deriva de un ancestro suyo que era un depredador solitario adaptado a consumir presas pequeñas (por eso su regulación en cuanto al consumo del alimento y por qué es más sencillo llenarle su recipiente una vez al día); además añadiré que es más selectivo a los sabores y esto contribuye a que racione su comida.

Por otra parte están los lobos como referente de la forma de alimentación del perro. Ellos suelen cazar presas grandes y compartirlas siguiendo un orden jerárquico; esto los hace ingerir copiosas cantidades de comida en el menor tiempo posible para no perderla o no compartirla. De aquí entenderás por qué algunos canes no toleran que alguien se acerque a su alimento a pesar de ser excelentes compañeros y aunque nunca antes hayan sido agresivos.

No obstante, si hay un aumento en su consumo de alimento, puede agravarse en ciertas situaciones, por ejemplo, cuando quiere obtener la atención de su familia o cuando su tutor lo premia intensa y afectuosamente al terminar su plato (esto condiciona su voracidad).

Tras la croqueta perdida

Y no hay que dejar a un lado la exploración, que es un comportamiento que a un can le causa mucha satisfacción porque suele concluir con una recompensa. Habrás notado, al menos alguna vez, que olfatear el camino hacia el bote de la basura, vaciar su contenido y consumirlo, es de una motivación insuperable.

En mi caso lo noté con Sofi, una hermosa perrita mestiza que fue mi compañera y que estuvo algún tiempo en la calle antes de adoptarla. Solía terminar su plato y salir a pasear. Para ella la búsqueda de alimento continuaba, convirtiéndose en un comportamiento muy arraigado a pesar de que ya estaba satisfecha.

Además, como veterinaria he observado y escuchado con frecuencia cómo los tutores se disculpan por darles a sus canitos premios y alimento extra… sólo porque les lanzaron una mirada incisiva e intencional (mirada que aprendieron y refinaron para obtener más atención y alimento). Sin embargo, hay que tener en cuenta que si se trata de una hembra que está amamantando, es natural que presente mucha hambre y busque más alimento.

¿Es dañina la voracidad?

Fuera de anécdotas, lo cierto es que la voracidad puede generar problemas de comportamiento y de salud, principalmente obesidad, y tener consecuencias sobre el corazón y las articulaciones, por no hablar de la exposición a tóxicos y venenos al comer basura y cosas en la calle, además de causar vómito por sobrecarga del estómago e incluso producir torsiones gástricas que derivan en cirugía (o en la muerte). En cuanto al comportamiento también hay problemas: puede conducir a agresiones hacia ti o hacia otro can en su defensa de la comida.

¿Qué hago si tengo un peludo voraz?

Aunque en perros esto es más frecuente, en los gatos también puede presentarse. Lo recomendable en ambos casos es acudir con tu veterinario para determinar por medio de análisis clínicos si tienen alguna enfermedad (diabetes, insuficiencia pancreática o problemas de tiroides).

Una recomendación es alimentarlo dos o tres veces al día; incluso cómprale un plato para alimentación lenta (plato laberinto), para retardar el tiempo de consumo. Existen juguetes dosificadores que, además de evitar un atracón, pueden ayudar a entretenerlo (perro o gato). En muchas ocasiones es preferible que acudas con un etólogo (un veterinario que se especializa en el comportamiento), y que mediante técnicas de modificación de la conducta (como el refuerzo positivo) logrará que tu canito disminuya o evite ser agresivo al proteger su comida.

Al salir a pasear debe ser con correa para evitar que coma cosas en la calle. Si es un michi debe quedarse en casa; en este caso procura darle espacio (más superficies). Finalmente, crea un programa de enriquecimiento ambiental para que se mantengan activos (un animal aburrido tiende a comer más) y desarrollen sus capacidades de exploración y juego.

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