MVZ Martha Elena Castro Guzmán, Master en Etología Clínica Veterinaria, Médica de Bienestar Animal
Si tu perro reacciona mal a los ruidos, seguramente es una pesadilla. Pero antes de darte tips para evitar que ocurra, es importante comprendas que su sentido auditivo está muy desarrollado, es diferente al de nosotros y gracias a ello es capaz de detectar sonidos inaudibles.
¿Has notado que algunos sonidos en particular le provocan cierta reacción? ¡Pues a eso se debe! Ser consciente de ello evitará reforzar conductas inadecuadas o causarle traumas que pueden ser de por vida o muy difíciles de modificar.
Se pone mal…
Toma en cuenta que los cánidos han convivido con el humano teniendo varias funciones (incluso funcionar como alarma), así que cualquier sonido que le parezca extraño al tuyo puede ser un detonador para que ladre. Las vocalizaciones pueden tener diversos significados, pero por lo general los rigen dos reglas: en la primera un tono grave significa dominio o amenaza, y un tono agudo inseguridad o miedo; la segunda regla se refiere a que cuanto más rápido sea el ritmo, mayor es la excitación y el nerviosismo.
Los ladridos rápidos con tono medio los utiliza para llamar a la “manada”, es el ladrido básico de alarma y se inicia por la aproximación de un desconocido. Series de tres o cuatro ladridos en tono medio, sugieren más interés que alarma.
El hecho de que ladre, no significa que tenga un problema de comportamiento, pero sí puede convertirse en uno, cuando no entiendes el significado de los ladridos y lo regañas o acaricias para “calmarlo”. ¿Qué ocurre? Lo primero puede generar ansiedad, y las caricias o voz pueden reforzar o estimular más esa conducta.
Las soluciones
Cuando llega un cachorro a casa, debes recurrir a un procedimiento durante el periodo de socialización (abarca desde las primeras tres semanas y el tercer mes de vida), y es acostumbrarlo poco a poco y sin causarle miedo, a la variedad de sonidos a los que estará expuesto en el ambiente que crecerá y permanecerá.
Las respuestas que tienen los perros al escuchar los ruidos tienen diversas motivaciones y deben ser evaluadas por un etólogo para su diagnóstico y tratamiento; aunque una de las causas más frecuentes y que ocasiona desbalance, es por el miedo que les provocamos, con ruidos de fuegos pirotécnicos, vehículos motorizados (motos) y detonaciones, además de las tormentas. Evitar que tu perrito responda con miedo a los estímulos que escucha, es más fácil cuando lo preparas desde cachorro.
Así aprende a no reaccionar a un sonido porque ya ha sido expuesto a tal de manera paulatina (de menos a más para que se acostumbre), hasta llegar al grado en que sea indiferente si se presenta, entonces puedes usar un sistema de premios de voz, comida o caricias y dárselo cada vez que se mantenga tranquilo.
Algo que funciona muy bien es enseñarle a asociar un nombre al sonido que le provoca el estado de alerta, excitabilidad y ladridos. Entonces, cuando vocalice para avisarte que tocan el timbre, le puedes decir: “es una visita”, y esperarás a que se calme porque ya cumplió su “cometido” y premiarás, después de varios segundos, su estado de calma.
Pero, ¿y si no funciona?
Yo en lo particular, como etóloga y tutora de perros, no promuevo que un can nervioso y desequilibrado tenga como tarea cuidar de una propiedad y la familia, porque puede llegar a descontrolarse demasiado y tener problemas de comportamiento.
Cuando los estímulos generan este tipo de problemas, lo mejor es que recurras a un veterinario especialista de la conducta, ya que las indicaciones que pueden contribuir a una modificación positiva de su conducta y estado mental, varían dependiendo del diagnóstico y de cada canito.
El médico etólogo debe identificar correctamente los estímulos y umbrales que generan la respuesta conductual alterada, indicará en qué momento debes utilizar el premio para conseguir que tu animalito se habitúe, así como recurrir a terapias conductuales, modificación del ambiente y a veces, hasta terapia farmacológica.
Su ayuda es súper valiosa y te dará los mejores resultados.
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