Durante las últimas semanas se informó sobre la llegada de bisontes a territorio mexicano y de inmediato surgieron imágenes donde personas posaban con ellos como trofeo de caza. Ha surgido mucha información sobre el tema, algunas investigaciones bien fundamentadas indican que no son reales las fotografías y son de años atrás, en Texas.
Mientras se confirma la información, debemos comprender que esta generación será la primera en un siglo que vuelve a ver bisontes americanos en las planicies del norte del país. Y eso trae una enorme responsabilidad.
Con un trabajo de más de 30 años detrás a cargo de biólogos y conservacionistas, El dador de vida, como le llamaban las tribus nativas norteamericanas, vuelve al que siempre fue su territorio. Lo que además trae un nuevo respiro – y cuidado- al pastizal mexicano.
Ahora siendo inquilinos de la Reserva de la Biosfera de Janos, en Chihuahua, su visita la ha colocado como el Área Natural Protegida más representativa de este ecosistema en el país y una de las más extensas de su tipo en el continente.
“Descubrimos que es una región que tiene tantos mamíferos grandes como el Parque Nacional de Yellowstone (Estados Unidos), es una zona de extraordinaria diversidad biológica”.
Dr. Gerardo Ceballos, investigador y titular del Instituto de Ecología de la UNAM.
Un pastizal protegido para su fauna
El Dr. Ceballos y su equipo fueron los iniciadores del proceso de recuperación y conservación de los pastizales de Janos y sin su trabajo de investigación, probablemente esta área natural protegida no sería tan grande como lo es ahora.
Además, no sólo hay bisontes, también es hogar de perritos de la pradera, borrego cimarrón, venado bura, venado cola blanca, coyotes, pumas, águila real, linces, pumas, guajolotes silvestres entre una larga lista de especies endémicas.
El agricultor de los pastizales
Los bisontes americanos son los agricultores de los pastizales y desiertos: dispersan semillas importantes para la producción de plantas, que además sirven de alimento para otras especies.
“Desde 2009 impulsamos el programa para la conservación y repoblación del bisonte americano para recuperar su papel ecológico que tiene en la conservación de pastizales que se extienden en Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango”
María Elena Rodarte, bióloga de la Conanp
A excepción de una pequeña manada que migraba entre Estados Unidos y México, el bisonte estaba considerado casi extinto en México y en grave peligro de extinción en el resto de América del Norte; en gran parte porque los pastizales fueron transformados en áreas agrícolas; por la caza indiscriminada y las enfermedades propagadas por el ganado.
Estos gigantes llegan a medir 1.6 metros de alto y pesar más de 1,000 kilos; tienen enormes narices, ojos negrísimos y un pelaje profundo.
Estos ejemplares, explica el doctor Ceballos, son “genéticamente puros”, es decir, es la especie que habitaba hace cientos de años y no una cruza con algunas especies de ganado, como se ha hecho para ayudar a su conservación.
Estos bisontes son parte de una segunda manada de 19 animales que se unen a los poco más de 200 que ya corren libres por el norte del país.
¿Cómo mantenerlos libres y saludables?
Se debe fortalecer el ecosistema del pastizal con comunidades importantes de especies como el berrendo y los borregos cimarrones, para recuperar la diversidad perdida y compaginar el desarrollo de la ganadería y la agricultura.
“Hay dos especies que sería importante reintroducir y que son importantes: el ciervo rojo y el oso gris. La idea es que en esta década logremos reintroducir a los ciervos, pero los osos grises que se extinguieron sí son difíciles”
doctor Gerardo Ceballos.
Esto es un logro, pues liberar estas especies es difícil: traerlos es un proceso de gestión muy largo que implica acuerdos entre países y acuerdos con los dueños de las tierras para que se comprometan a cuidarlos. Recordemos que los principales depredadores del planeta somos nosotros; concluye María Elena Rodarte.
Con información de animal.mx
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