Del antiguo mundo salvaje, a pelear por el universo, y de ahí a tu cama. Los gatos han cambiado muy poco a través de los milenios.
MVZ Luis Fernando de Juan Guzmán † y Paco Colmenares, Director Editorial.
Los gatos domésticos, en términos de evolución, son relativamente nuevos en nuestra vida. Un estudio genético en 2007 encontró que nuestros amigos felinos descienden de gatos asiáticos salvajes que vivieron hace unos 10,000 años en el oeste de Asia, durante el Neolítico y, a diferencia de los perros, han sufrido muy pocos cambios a través de los milenios.
Sin embargo, el cómo y por qué los gatos y los humanos estamos juntos hoy, es un misterio. El escenario más probable indica que hace unos 9000 años, cuando los humanos se establecieron como sociedades agrícolas, los gatos se dieron cuenta que las granjas o los sembradíos les ofrecían una gran cantidad de roedores, que eran atraídos a los lugares en donde se almacenaban grandes cantidades de grano.
Los humanos comenzaron a tolerar la presencia de los gatos porque atrapaban a los ratones, así que se les permitió establecerse dentro de los silos o graneros primitivos. De ahí sólo bastó un pequeño salto a nuestras casas, nuestras camas y nuestro regazo.
Los gatos pertenecen a la familia Felidae, dentro está la subfamilia Felinae y ahí el género Felis. Todos los miembros del género felis, comparten un ancestro común que vivió en Asia hace 7 millones de años.
Como los perros, los gatos eventualmente tomaron un lugar especial en los corazones y la mente de los humanos, pero probablemente ninguna civilización alabó más a los felinos que los antiguos egipcios.
El MVZ Luis Fernando de Juan †, gran estudioso de la historia felina, nos contaba:
En un principio, se habla de ellos en la vida cotidiana, pero después, empiezan a aparecer en textos religiosos. Entre muchos de ellos, se incluye el Libro de los Muertos. En este texto, al gato se le atribuyen, ya no solamente sus cualidades tan admiradas como cazador y compañero, sino que adquiere ciertas características que lo constituyen como al sustentador mismo del Universo, ya que se le representa como una manifestación del todopoderoso dios solar Ra.
Los egipcios creían que gracias a este dios convertido en un gato, Egipto y el cosmos entero eran salvados diariamente del mal y de la destrucción, pues durante la noche se enfrentaba a Apep (también llamada Apofis), una serpiente que encarnaba el caos y la muerte. Este era uno de los pasajes del Libro de los Muertos que más gustaban a los antiguos egipcios y son abundantes los papiros y los murales de tumbas en donde se representa la escena.
Los eclipses de Sol se daban cuando la poderosa Apep se convertía en Rerek, un monstruo serpentino de muchas cabezas que era capaz de escapar del inframundo y de atacar al Sol en pleno día, poniendo en peligro el equilibrio del Universo. Para poder vencer a tan horripilante ser, el Gran Gato tenía que pelear con una habilidad extrema y con increíble bravura.
Cuando el Sol tomaba la forma de gato, se le conocía como Miuty, tomando su nombre de la palabra miu, que significa gato en egipcio antiguo. Por lo tanto, en el País del Nilo estos animales eran representantes del Sol y se erigían como sus más fieles defensores.
También estaba Sekhmet, representada como una mujer con cabeza de leona. Se trataba de la poderosa, feroz y sanguinaria diosa de la guerra, de las epidemias, del desierto, de las catástrofes y de la medicina. Demasiado voraz, para controlarse, Sekhmet fue tranquilizada por Toth, a encargo de Ra, a través del invento de la cerveza, y cuando la diosa leona se amansó, se convirtió en Bast, una deidad con cabeza de gata.
Bast, también fue conocida como Bastet, Ubasti o Pasht. Era la benévola divinidad del amor, de la música, de la poesía, de la danza, de la maternidad, de la misericordia, de la abundancia, de la alegría, de la bondad, del placer, de la feminidad y de la sensualidad. Se le llamaba “El Ojo del Sol” y era pacífica, amable y sosegada. Era señora del hogar y de los nacimientos, pues a ella se encomendaban los niños pequeños. También era considerada una de las deidades protectoras de la familia real.
Y hasta hace muy poco los egipcios tenían el crédito de haber domesticado a los gatos alrededor del 2000 a. C., pero los más recientes descubrimientos sugieren que la domesticación quizá empezó 5000 años antes, pues hallazgos datados en el 7000 a.C., en un cementerio neolítico en la isla de Chipre (al norte de Egipto), contienen restos de un humano y un gato recostados juntos, implicando algún lazo entre ellos en vida.
Incluso China puede que se haya adelantado a Egipto en la domesticación de los gatos. Los historiadores han asumido que la caída de Egipto en el 30 a.C., fue el evento que detonó el esparcimiento de los gatos por Europa y asia, pero una excavación de 1997 de antiquísimos tiraderos de basura en China develó los huesos de 2 gatos que vivieron más de 3000 años antes que Egipto cayera ante los romanos. Sus huesos eran más pequeños que aquellos de los gatos europeos salvajes lo que podría significar que la domesticación felina ya llevaba un tiempo de avance en China.
Uno de ellos dos, de hecho, mostraba signos de haber comido más granos que carne, indicando que su dieta era provista por los humanos más que por la cacería propia, ofreciendo así más pistas de cuándo los gatos y los humanos comenzamos a caminar juntos.