Tuve la fortuna de poder adoptar a esta pequeña persa, una de las razas más amadas del mundo, cuando ella cumplía 5 años de edad.
Aly Noris
La verdad estaba nerviosa de su llegada, pero desde la tarde que fuimos por ella y apareció caminando, como toda una dama de la realeza, de pelaje gris tan elegante, sedoso, abundante, y esa mirada persa que cautiva, nos volvimos inseparables. Con ella comencé a disfrutar las noches en que tengo un momento para mí, con una lectura o un té y ella, sentada en mi regazo y prendiendo su motorcito de ronroneos.
Desde el primer momento en que Fuego entró a casa, volteó a ver a los demás con un aire de realeza, pero dejó que se acercaran a olerla y unos segundo después paseaba por todos lados como si ella supiera que era la nueva reina y ama de este hogar. Puede pasar la mayor parte del día en su sillón especial, moviendo sutilmente la cola, sin que nadie la pueda sacar de su estado zen.
Cuidados especiales de un persa
A la llegada de un persa, es importante poder crear un espacio especial para dedicarle a su cuidado, que debe incluir su limpieza diaria de ojitos (por la forma de su cabeza, siempre crean lagañas), desengrasar su pelaje, nutrirlo y darle suavidad, mantener la higiene de sus patitas y su cola por el arenero y ayudarles a que no se creen nudos incómodos y dolorosos.
Además al tomar agua se mojan todo el pecho, así que hay que hallar el bebedero idóneo, probando con el bebedero de conejo, o fuentes con formas y alturas distintas para reducir esta humedad.
Es una raza que seguro los abuelitos disfrutarían tener en casa, y es perfecta para todo aquel que nunca ha tenido mascotas y quiere comenzar.
Eso sí, prepárate para que todos tus outfits tengan pelitos por doquier, un toque que ni las mejores tiendas de Nueva York o París te podrán ofrecer.