Dulce Tejeda
Todos los días las decisiones de unos, cambian la vida de otros, de manera absoluta y definitiva. La mayor parte de las veces, ni siquiera nos enteramos de cómo ocurrió ese cambio, o por qué la vida presentó las circunstancias como las encontramos.
En mi caso, hace casi 7 años alguien decidió tirar a la basura a un gatito amarillo, y ahí encontré a mi tesoro más grande, a un guerrero que me inspira y me recuerda que la fragilidad de la vida es proporcional a los miedos, nada más.
El diagnóstico
Hace casi 5 años recibimos su diagnóstico de insuficiencia renal y cardiomiopatía dilatada, y desde entonces ha sido un camino difícil. Estuvo a punto de morir 2 veces, llegó a estar tan mal que su eutanasia ya había sido programada, pero casi en el último momento encontró fuerza y se recuperó, haciendo imposible tomar la decisión.
Es difícil ver que tu gato era cariñoso, peludo, gordito y feliz, pero de un día a otro está tirado en una cama sobre su orina, muy delgado y conectado a un suero.
Lo que ha pasado Mermelada no se lo deseo a nadie.
Mucho qué agradecer
Hemos salido adelante gracias a que ha tenido unos excelentes cuidados, de parte de todos los médicos veterinarios que le han rodeado. He trabajado y trabajo para conseguir dinero (siendo estudiante) para comprar lo que necesite.
Considero una fortuna que me haya elegido y nos hayamos encontrado, lo amo y él me ama, es el mejor gato, cariñoso y bello, se gana a todo aquel que lo conoce. Él parece no tener miedo a la muerte, ni a la enfermedad. En cuanto está mejor, todo su cariño y ternura regresan y los reparte otra vez, por lo que nos recuerda que si no piensas en lo malo que podría pasar, no pierdes tiempo con cosas que quizá no sucedan.
Esta historia es para que conozcan a Mermelada, y como yo, se enamoren de él un poco; con ello seguirá cumpliendo su misión de repartir amor lo más lejos posible.