Pretender que tu perro te obedezca sin enseñarle no tiene sentido. Pero para educarlo requieres de mucha paciencia, buen humor y comprender que la relación entre ustedes no debe afectarse en el proceso.
El primer error que uno como tutor comete con su mascota es creer que de la nada seguirá nuestras órdenes pues creemos que entiende lo que le decimos. Toda indicación que queremos que aplique debemos enseñársela primero.
Mientras más joven sea tu perro, es más fácil será enseñarle. El aprendizaje es un proceso gradual, por lo que debe iniciarse desde que la mascota llega a casa y deberá ser constante para tener resultados.
¡Manos a la obra!
Los perros aprenden asociando palabras con órdenes y señales. Sus primeras lecciones deben ser en un lugar sin distracciones que le permita enfocar su atención a lo que hacemos. Mientras más jóvenes más curiosos son, por lo que una persona entrando al lugar o un perro que vaya pasando, será suficiente para sacarlo de la práctica.
La recomendación es empezar en una habitación o lugar que no tenga distracciones para tu mascota, antes de llevarlo al parque o áreas abiertas. Ya teniendo la base, realiza el ejercicio con gente, con otros perros y en situaciones reales, sobre todo cuando las indicaciones sean para reaccionar ante casos especiales, como peligro o desastre.
Diversión ante todo
Es importante que tu perro (y tú también) se divierta mientras aprende. Usa todos los trucos que consideres para hacer que tu mascota te vea como un buen compañero de juegos; aprenderá más si lo ve como un reto.
Repite los ejercicios varias veces al día en cortos periodos de tiempo y después déjalo libre para que no se estrese. Si no te hace caso, corrígelo en el momento, firme pero sin lastimarlo o espantarlo. Recuerda asociar las experiencias con algo positivo, no debe considerarlo como un castigo.
Recompensas, con medida
Las recompensas son muy importantes, pero no deben ser lo único, mucho menos deben afectar a su dieta. Las principales son algo que le gusta comer, pero no descartes una caricia, acción o un sonido que él ya tenga asociado como felicitación. Cada perro tiene sus propias preferencias y si ya han convivido lo suficiente sabrás qué acción lo vuelve loco. Las gratificaciones deben ser constantes y aunque ya haya aprendido, sigue felicitándolo. Los premios deben reducirse gradualmente y de vez en cuando volverse a usar para reforzar la conducta.
Si notas que le cuesta hacerte caso es posible que le estés exigiendo demasiado. Empieza nuevamente con ejercicios más fáciles y sin perder la paciencia y la constancia.
Existen casos especiales que deben ser vistos por expertos del comportamiento animal y entrenadores, no dudes en acercarte a ellos para prevenir un daño irreversible a tu mascota.