Tú necesitas un peluche

Las fechas decembrinas son tan alegres y amorosas, como preocupantes sobre el futuro para aquellos que trabajan en albergues, centros de adopción, refugios y centros de rescate, ya sean privados, asociaciones civiles o de gobierno.

Paco Colmenares
Con la colaboración de la Psic. Fraga Ostos

Y es que el impacto de esta fechas, para todos ellos, viene entre febrero y junio del siguiente año, cuando perros jóvenes, adolescentes y aún cachorros, empiezan a aparecer en el abandono, amarrados en parques, olvidados en clínicas y estéticas o simplemente deambulando por la calle.

Es la maldición del primer trimestre, el tiempo promedio que le toma a una familia que no estaba preparada para tener un animal en casa, para hartarse y tomar la decisión de
deshacerse del perro
que llegó como regalo en Navidad y Día de Reyes.

Vamos a decirlo con claridad y algo de esperanza: parece que cada año de los últimos 4 o 5, ha disminuido muy ligeramente este fenómeno en la percepción de aquellos involucrados en darles segundas oportunidades a estos abandonados, pero aún estamos lejos de que sea un problema menor.

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La ilusión de una mascota

La emoción de las fechas y las ganas de complacer a uno o dos miembros de la familia (regularmente son los niños emocionados los que piden un cachorro de regalo, y uno de los padres, o algún familiar cumplen el gusto sin un consenso), provoca que cachorros inesperados se unan a familias que no estaban preparadas, en donde uno o varios miembros no estaban de acuerdo, o familias con toda la expectativa de los medios audiovisuales, pero sin la información que se necesita sobre las cosas “no tan lindas” de tener a un ser vivo a tu cargo.

Seres vivos, no regalos

Necesitamos comprender al animal más allá, para entender lo inadecuado de una decisión unilateral. La Psic. Fraga Ostos comenta: “Los animales no son objetos, no son juguetes, no deben ser regalos. Ellos tienen sentimientos. Regalar una vida conlleva mucha responsabilidad y es algo que tenemos que trabajar en nuestra sociedad para cambiar la mentalidad, desde que somos pequeños nos deberían de dar educación sobre la vida de un animal pues necesitan cuidados y merecen respeto. Al momento de decidir adoptar a un miembro más de la familia es importante que todos estén de acuerdo ya que la responsabilidad debe de ser compartida, se requiere de prepararnos, informarnos, documentarnos para ayudar al adoptado a sus necesidades y cubrirlas satisfactoriamente. Antes de la adopción debe de considerarse la importancia de tener un animal de compañía y, sobre todo, hacer conciencia de darle oportunidad a un ser vivo que merece una vida digna y llena de amor.”

Claro, entendemos que las peticiones de nuestros niños son difíciles de rechazar, pero hay que comprender algo muy importante: las épocas de regalos detonan todas las ilusiones y potencian la imaginación y las ganas de lo que puede llegar.

Por eso es tan mala la idea regalar animales en estos días, pues el cerebro de todos está
engañado por el ambiente y ofrecemos cualquier compromiso con tal de lograr esa ilusión. Hay que ser cuidadoso, pero se puede explicar a los pequeños.

“Se puede ir sensibilizando respecto al tema del gran compromiso que implica un animal
de compañía, y sobre todo saber que no son objetos. Quienes desean adoptar sería
importante que se acerquen a refugios o albergues para ayudar a su limpieza, a apoyar a
la alimentación y que vivan la experiencia conectando con esos seres vivos y sintientes”.

Fraga Ostos
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La responsabilidad detrás

Es decir, si después de comprender por experimentarlo, que tener animales tiene responsabilidades serias, no tan agradables (como limpiar sus desechos) y actividades demandantes, como pasear diario, sin importar lo cansado que estés y las ganas de ese
regalo se mantienen en fechas normales, pasando las navideñas, puede ser que el sentimiento sea legítimo.

Aún así, todos deben estar de acuerdo con la adopción de un perro o gato, porque aunque
a un niño le hace muchísimo bien la compañía y el aprendizaje de responsabilidad, los
padres o tutores deben estar conscientes que los niños pueden fallar, pero la adopción
está a cargo de los adultos, y esa vida también.

Y si algunos de estos elementos no encajan con tu vida familiar por el momento, o son
suficientes para desalentar las ganas, los niños no necesitan un animal, necesitan un
peluche.
Y es muy responsable y bonito reconocerlo.

Las épocas de regalos detonan todas las ilusiones y potencian la imaginación.

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