Desde hace mucho existen personas que sacrifican tiempo, fuerza, sueño y recursos en ayudar a animales domésticos desprotegidos. La importancia histórica de los perros en la evolución de las sociedades, o de los gatos en la existencia de materias tan importantes como la historia y medicina, no parecieron ser suficientes para darles un lugar sagrado de agradecimiento, y miles deambulan por las calles a la espera de ser ayudados por la especie que los domesticó. Aquí están las cinco aportaciones más importantes de los albergues de animales, y cómo involucrarte.
Ma. Isabel Oyuky Martínez V., Coordinadora Editorial
1. Son los proyectos más inclusivos
En un albergue de perros o gatos se necesita compromiso y pasión. No es una labor sencilla encargarte de uno, ni ser voluntario de lleno, pero si en verdad te gusta hacer algo por esos miles que sufren en las calles, será lo más gratificante de tu semana, mes o año, te lo aseguro. Por eso mismo, participar democratiza como pocas cosas a una sociedad. Hay gente involucrada de todos los estratos sociales, colores, etnias y creencias. Aunque las mujeres dominan por 8:2 la proporción de participación, hay de todo y puedes encontrar nuevos amigos, conectarte por la vía más sincera, el amor a un tercero y, generar un grupo ocasional de personas nuevas en tu vida.
2. Conectan los sectores sociales
La estructura de un albergue, cuando se hace bien, involucra a todos los sectores que deberían estar trabajando siempre juntos. El Gobierno encuentra en un albergue transparente a un aliado para cuya labor no se da abasto, pudiendo participar de diversas formas. Las fuerzas policiales quieren denunciantes responsables, y un albergue debe aspirar a serlo. La industria quiere participar, más que nunca, en proyectos serios. La academia puede educar y entrenar. La gente participa. En resumen, un albergue ideal, es el ejemplo de cómo debería funcionar una sociedad.
3. No tienes que hacerlo siempre
Muchas veces pensamos que ayudar a un albergue se convertirá en un compromiso que no estamos seguros de sostener mucho tiempo, pero en realidad, dado un fenómeno común conocido hoy como burnout, lo ideal sería que muchas personas se involucren esporádicamente, para no desgastarse con el esfuerzo físico pero sobre todo, emocional. Si participas en un albergue, nadie te juzgará si vas una o dos veces, o muy de vez en cuando. Hay quienes deciden hacerlo en un año especial, su proyecto altruista en un cambio personal. Es una buena forma de pensarlo, y recordarás ese año como el mejor.
4. Un proyecto muy complejo
Rescatar perros o gatos vulnerables, sanarlos, esterilizarlos, rehabilitar sus heridas físicas y emocionales, ponerlos en adopción y dar seguimiento a su nueva casa, es un proyecto súper complejo que atiende una problemática aún lejana de resolverse. Pensar que “el gobierno debería encargarse” es falaz por fantasioso, en una sociedad que tiene tantos problemas por atender. Con tantas aristas qué atacar, un proyecto así debe ser apoyado por toda persona alrededor, o al menos, no criticado. Pero la mayor parte de las críticas, vienen siempre de la ignorancia. Informarte sobre cómo funciona uno, ya es evolucionar.
5. Son totalmente necesarios
Apenas estamos amaneciendo tras una era de oscurantismo acerca de perros y gatos: la crianza sin regulación, la idea de que “deben conocer el amor”, el pretexto de la supuesta “autosuficiencia” de los gatos, el mito de que un animal “debe ser libre para ser feliz”, y muchas tonterías más, nos han llevado a tener poblaciones de calle en crecimiento, que se ponen en riesgo a sí mismas, y a otras especies, incluidos los humanos. No existe presupuesto estatal en el mundo que pueda atacar ese problema si la sociedad no se involucra de lleno, y justamente un albergue es una manera activa de hacerlo. ¡Sumemos esfuerzos para cambiar la vida de miles de animales de calle!