Parece poca cosa, pero no lo es. La forma, textura, temperatura y hasta sonido que producen los platos para gatos, pueden incidir en la frecuencia y gusto con la que consumen su alimento.
Paco Colmenares, Director Editorial Cat’s Life
Forma y tamaño
Lo más importante es la amplitud. Como sabes, sus bigotes o vibrisas, tienen funciones de sensibilidad hasta atmosférica, por lo que son importantes para todo en su vida. Si estos tienen que doblarse o chocan demasiado al comer, hay puntos menos para este tipo de platos para gatos.
Textura
La rugosidad no es muy gustada, pero en realidad tiene que ver con que, a mayor porosidad, más residuos pueden guardarse sin que se noten, y las partículas en descomposición, aunque sean minúsculas, son detectables. En platos para gatos, lisito es mejor.
Temperatura
Parece obvio, pero hay quien no toma en cuenta que los platos para gatos metálicos se calientan fácil si en algún ángulo les rebota el sol, mientras los platos de cerámica se enfrían mucho en invierno o zonas de alta montaña. Ni lo uno, ni lo otro es atractivo para comer.
Sonido
A veces es inevitable que el plato se mueva, sobre todo cuando relamen un alimento húmedo, y si ese movimiento produce un rechinido desagradable, puede ser suficiente para renunciar al plato.
Parece que todos los platos para gatos son malos, ¿verdad? Pues de hecho ninguno lo es, si consideras el momento y el lugar. Cerámica, metal o vidrio, todos tienen posibilidades, lo importante es que pongas atención en la reacción de su Gateza Serenísima, y hagas caso a esas señales.
¿Sabías que los gatos pueden tener miedo a los alimentos nuevos?