¿Cómo hicieron las familias que tienen perros y gatos para que estos puedan convivir tan bien?
MVZ EMCV (EC) Aline Ixtab Morales Estrada y MVZ EMCV (EC) Alejandro Pérez Castañeda
La respuesta sencilla es que desde pequeños se expuso una especie a la otra, y se promovió calma ante la presencia de cada uno para lograr que se familiarizaran sintiéndose cómodos dentro del mismo ambiente. Pero sabemos que en muchas ocasiones esto no es posible y deseamos integrar un gato a la vida de un perro, pero se interpone pensar que “mi perro nunca ha convivido con un gato” y, aunque quisiéramos saber si un perro logrará convivir con uno antes de que llegue, esto es muy difícil.
El espacio adecuado
Primero, es fundamental pensar en el espacio adecuado, para hacer que tanto el gato como el perro se sientan cómodos. Los gatos necesitan varias zonas en diversas alturas donde puedan descansar, escapar, trepar o simplemente vigilar, y esto les puede conferir seguridad y mayor libertad para poder adaptarse, con su área de comida, agua y areneros a donde el perro no sea capaz de acceder. Mientras, el perro necesitará zonas para realizar sus actividades sin sentirse desplazado y agobiado de ver todo el tiempo a un integrante con el cual no está familiarizado.
Para que ambos se sientan cómodos, alista una zona segura como un tapete o cobija en donde sólo cosas buenas pasen, con premios suculentos y comandos básicos que le ayuden a presentar posturas de calma como sentado o echado. Practica dichos comandos con el perro, en presencia del gato, a una distancia en donde no se sienta con la necesidad de reaccionar de forma negativa o exacerbada. Cada que realice dichos comandos, lo volteé a ver y regrese su atención hacia nosotros, prémialo por mantener la calma.
Recuerda trabajar comandos siempre con la correa del perro puesta.
Sólo experiencias positivas
También involúcralo en experiencias positivas mientras el gato está presente, como actividades mentales con juguetes interactivos que se rellenen de alimento, comer, jugar o hacerle un masaje de relajación. Dichas actividades deberán hacerse primero teniendo al gato casi en estática e ir haciendo evidente sus movimientos de forma paulatina para que nuestro perro se vaya familiarizando poco a poco.
Cada perro aprende a su ritmo y debemos siempre respetar sus tiempos para tener éxito. En caso de complicaciones, consulta a un médico veterinario enfocado en etología clínica.
¿Y cuando el celoso es otro gato?