Educar a los más pequeños, supervisión constante y espacios independientes para niños y mascotas, son algunos de los consejos para evitar conflictos entre ambos.
Lo ideal siempre será que los más pequeños sean conscientes de la responsabilidad que implica una mascota, además de su sensibilidad hacia que es un ser vivo con un carácter propio y no un juguete.
Carolina Pinedo para El País, entrevistó a varios expertos:
Por otro lado, una mascota debe ser bien elegida según el propio carácter de los niños y su actividad, pues los animalitos también pueden llegar a estresarse y reaccionar de forma negativa si no empatan con los diablitos que los persiguen, despiertan o no respetan su espacio.
“Los menores, según su edad, sobre todo los más pequeños, y su nivel de desarrollo pueden ser impredecibles, incontrolables, invasivos, ruidosos y desconocedores de cómo comportarse con otras especies. Estas características pueden resultar estresantes para los perros y los gatos en el día a día”,
rosana álvarez, veterinaria especializada en medicina del comportamiento
Es muy común que las primeras señales de que no está funcionando se verá reflejada en la reacción del animal.
“Puede mostrar miedo, agresividad, nerviosismo o evitación; suele permanecer escondido y hace sus necesidades dentro de casa. Se comporta diferente a como lo hacía antes de estar el niño. El consejo es socializar al animal desde que es cachorro con niños y bebés de diversas edades”.
ROSANA ÁLVAREZ
Los perros requieren iniciar entre el primero mes y los tres meses, la socialización y costumbre con los humanos, mientras que los gatos entre las dos semanas y las nueve de vida.
Si la mascota cambia su comportamiento o evade a los niños, debemos visitar a un veterinario o un etólogo, al que debemos darle toda la información que tengamos. No apliquemos métodos antes de consultarlo con los expertos.
Si no se resuelven con tiempo, la interacción negativa termina en problemas de agresividad por parte del animal, además de una reducción en su calidad de vida al estar constantemente estresado e incómodo.
Aún sin problemas de identificación, siempre debemos estar al tanto de:
- Vigilar y supervisar la relación de los niños con los animales, aunque la convivencia sea fluida.
- Habilitar zonas privadas libres de menores para cuando el animal quiera evitar la interacción. Una cama alejada de los niños para el perro o un espacio alto para el gato, deberán ser respetados por los menores.
- Separar cuartos para niños y mascotas. Delimitar la cercanía cuando la mascota desee descansar.
- Educar y enseñar a los más pequeños para que no molesten al animal cuando come o descansa.
- Informarse previamente a la llegada de un perro o gato a casa con un especialista en comportamiento animal. Esto puede resultar clave para saber cómo gestionar la llegada de la mascota, de forma que se consiga un hogar tranquilo.