Curiosamente, a pesar de que los animales en la familia son algo completamente normal y en crecimiento, el duelo cuando mueren las mascotas puede resultar un tabú.
Pareciera para muchos una vergüenza o culpa el exteriorizar el dolor que provoca la pérdida de un perro o un gato. Y si a ello sumamos la gente que se mofa del dolor ajeno y lo minimiza, resulta que muchos prefieren no abrirse ante ese sufrimiento.
La importancia de la muerte de una mascota
Despedirse de una mascota es muy importante para una persona. Se pierde a un ser querido, un miembro de la familia, un compañero que sirvió no solo de compañía, también de apoyo. Quien estuvo presente en buenos momentos y en los peores. Lo mínimo que merece es llorarle y entristecerse.
Un duelo que se debe vivir
Como todos los duelos, este también se debe vivir para desahogarnos. Llorar cuando se tengan ganas, sin sentir culpa o vergüenza. Incluso si es necesario, acudir con un profesional que sirva de apoyo para superar el difícil trance. Optar por negar lo que se siente puede conducir a severas crisis de depresión.
Otro punto importante es que no debemos reemplazar rápidamente al animal fallecido o buscar una nueva mascota con características similares, pues estaremos prolongando un sufrimiento que en algún momento debemos encarar.
Lo más recomendable es hacer algún ritual de despedida, como escribir una carta o esparcir sus cenizas en algún lugar simbólico. Debemos hacer lo que nos haga sentir que nos despedimos y cerramos la experiencia lo mejor posible. Si hay niños en casa, debemos explicarles lo ocurrido sin esconderles información.
Y recuerda, ese animalito que quisiste tanto seguramente merece un lugar en tu memoria.