Silenciosa por un tiempo, de lenta reacción y capaz de confundir, una alergia puede ser muy seria, o mejorar muy fácilmente. ¿la puedes identificar?
MVZ Verónica Estrada
Las alergias alimentarias felinas son un problema común en la práctica diaria. Mientras que los humanos podemos manifestar signos como ronchas y/o mucha comezón inmediatamente después de ingerir un alimento al cual podríamos ser alérgicos, en los gatos esta respuesta normalmente no es tan aguda, sino que aparece después de algunos días o semanas tras consumir algún alimento que contenga una proteína (o varias) a la cual reacciona, como la carne de pollo, cerdo, vaca, res, cordero, pescado, huevo, productos lácteos o incluso gluten, maíz y arroz.
¿Y si no fue alergia alimentaria, y fueran pulgas? ¡Aquí te ayudamos!
Signos de alergia
Las alergias son en realidad una reacción de hipersensibilidad, una respuesta inmunológica exagerada del organismo, y se pueden presentar en gatos de cualquier raza, sexo, tamaño o edad, siendo la población de adultos jóvenes los más vulnerables. Los signos clínicos que se manifiestan en los gatos afectados son principalmente de tipo gastrointestinal tales como vómitos y diarrea o de tipo dermatológico, siendo el prurito persistente (comezón) el signo más común que puede afectar la cara, cuello, barbilla, axilas, ingles, abdomen, zonas entre los dedos, muslos y base de la cola.
No existen signos específicos que diferencien una alergia alimentaria de una dermatitis atópica o alérgica, del piquete de pulgas.
Las lesiones en la piel, resultado de la comezón, pueden ser severas y estar distribuidas en diferentes áreas del cuerpo del gato. Éstas pueden ser desde pequeñas ronchas, pápulas, pústulas, áreas sin pelo, y lesiones ulceradas.
Por otro lado están los signos gastrointestinales. No, no es normal que los gatos vomiten, al contrario de lo que durante años se nos ha presentado como algo normal y hasta cómico, ver a un gato expulsando una bola de pelo, esto en realidad ya es una señal de alerta. Entre 1 y 3 bolas de pelo al año, podría considerarse normal, pero más frecuente (una vez al mes, por ejemplo), nos debe indicar que claramente está sucediendo algo anormal.
La diarrea, al contrario del vómito, puede ser un poco más difícil de detectar, ya que al ir al arenero y tapar sus heces, puede que parezcan un poco más sólidas de lo que realmente son, por lo que es importante que tengamos un monitoreo constante de nuestros gatos.
Acudiendo al veterinario
Al acudir con el médico veterinario es importante brindarle toda la información necesaria al momento de realizar su historia clínica, incluso aunque a nosotros no nos parezca relevante, cualquier detalle puede ser de ayuda para llegar a un correcto diagnóstico.
Dile la marca de croquetas que le das, o si a veces come jamón, carne, atún, productos lácteos, etc.
Actualmente el método diagnóstico más acertado, es cambiar a una dieta hipoalergénica durante unas 8 o 12 semanas, ya sea una dieta hidrolizada (con proteínas de bajo peso molecular) o una dieta comercial novel, es decir, con una proteína a la que el gato no haya sido expuesto anteriormente. En ambos casos, deberá ser de forma gradual, para prevenir el rechazo. Una vez hecho, se mantiene como único alimento, pues cualquier elemento ajeno puede desencadenar de nuevo la signología. Es imprescindible, antes, haber descartado la presencia de ectoparásitos (pulgas principalmente).
Si nuestro gato responde de forma favorable y desaparecen los signos clínicos, cambiaremos a una dieta de provocación, que contenga todos los ingredientes que comía antes. Si regresan los signos en los siguientes 10 días, entonces el diagnóstico será alergia alimentaria, y deberá volver a la dieta de eliminación de por vida.
De manera periódica deberemos hacer seguimiento, para corroborar que nuestro gatito se encuentre estable y no haya alguna recaída.