Gato del bosque de Noruega

Cuando los gatos llegaron a la Península Escandinava, tuvieron que adaptarse al intenso frío de la región y al cabo de centurias se formó el Gato del Bosque de Noruega, una verdadera bendición para los campesinos cuyas cosechas eran diezmadas por las ratas.
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Uno de los rasgos de estos gatos fue su gran tamaño (pueden superar los 9 kilos de peso). Además, su pelo está constituido por una capa externa larga, la cual es impermeable, y una capa interna más corta, pero muy lanosa, que mantiene la calidez del cuerpo. Los pies son muy grandes y redondos −con pelo largo y muy tupido entre los dedos− sirviéndoles como raquetas para no hundirse en la nieve.

Son excelentes cazadores, pues vivir en los bosques septentrionales representa una ardua tarea que requiere además de fortaleza, mucha inteligencia, sigilo, paciencia y concentración.

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