La eutanasia (término que proviene del griego eus, que significa bien, y thanatos, muerte) se refiere a la práctica de proporcionar una muerte digna, libre de dolor y sufrimiento.
MVZ Jesús Marín Heredia, UNAM
Tomar la decisión de poner fin a una vida que ha brindado amor y alegrías durante el tiempo compartido puede resultar muy difícil y puede tener implicaciones morales, éticas y hasta religiosas.
¿Quién tiene el derecho de terminar con la vida de un ser? Pero también ¿con qué derecho se mantiene con vida a un individuo que está sufriendo y no tiene ninguna posibilidad de recuperar la salud o la calidad de vida?
Los gatos son una especie extraordinaria que se ha vuelto parte de nuestras vidas, de nuestra familia y de nuestro propio ser y cuando llega el momento de su partida, las consecuencias emocionales son indescriptibles.
Es común que los gatos, en ciertos momentos de su vida, padezcan enfermedades o condiciones graves. Donde la expectativa de recuperar la salud o una buena calidad de vida es muy pobre o nula. Como el caso de neoplasias o cáncer en estadio terminal, la insuficiencia renal crónica en estadios muy avanzados (donde el pronóstico de vida no es mayor a unas cuantas semanas) o problemas neurológicos severos e irreversibles.
La eutanasia felina se convierte en una opción válida, y a veces necesaria, para garantizar que el animal no padezca un dolor que, de otro modo, no podría ser aliviado.
La decisión nunca será fácil
En cualquier caso y a pesar de saber que el compañero de vida padece una condición grave que le provoca un dolor insostenible, la decisión de recurrir a la eutanasia felina no es nada sencilla. Generalmente causa conflicto a los tutores responsables, pero a la vez puede ser una muestra de amor y respeto hacia el animal. Esta decisión le evitará una agonía prolongada e innecesaria.
El decidir cuándo es el momento adecuado puede ser muy complicado. Requiere de un análisis cuidadoso y, sobre todo, un profundo sentido de responsabilidad hacia el bienestar del gato.
La decisión no se puede tomar sin la consulta previa y el consejo del médico veterinario. Este último es el responsable de dar el panorama general del estado de salud de la mascota y, por lo tanto, el pronóstico de sobrevida. Sin embargo, la decisión final no le corresponde al médico sino al tutor responsable del animal. Pero, basándose en la información que le ha sido proporcionada por el profesional de la salud.
La toma de una decisión para realizar la eutanasia felina, nunca va a ser sencilla. Pero podría no ser tan complicada cuando se sabe que el padecimiento es incurable, que no hay vuelta atrás. Y lo único que se consigue al prolongar la vida es precisamente continuar con el sufrimiento. Aunque nada de esto le quitará lo doloroso.
La vejez es una etapa que requiere atención constante.