¿El sabor afecta al resultado?

El que acepte con gusto los medicamentos mejora el tratamiento.

Cuando hablamos de medicación oral en mascotas, es muy probable que a nuestra mente vengan imágenes de intensas peleas en las que el peludo se resiste repetidamente a tragar la tableta o la suspensión, comienza a salivar en exceso o incluso vomita, expulsando total o parcialmente el medicamento, lo que podría poner en riesgo el éxito terapéutico. 

A pesar de lo anterior, la medicación oral es y seguirá siendo la vía más utilizada en medicina veterinaria. Es por eso que los médicos buscan constantemente tratamientos palatables (agradables al gusto) que faciliten su administración, garantizando la continuidad del tratamiento sin afectar el vínculo entre la mascota y su humano.

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El sabor, la textura y el tamaño

Para garantizar la aceptación de un tratamiento oral, el sabor juega un papel fundamental, aunque también otras características del producto como los componentes de la formulación, la textura, la forma y el tamaño.

En cuanto al sabor, los perros tienden a preferir sabores de carne o mezclas complejas de distintos sabores.

El escenario ideal para todo propietario y médico veterinario es que la mascota consuma voluntariamente una medicación, y ese deseo aumenta cuando el tratamiento es de administración continua, como en enfermedades crónicas o tratamientos preventivos regulares, tales como los desparasitantes. Al incorporar además de otros atributos, como determinadas texturas y tamaños adecuados en los tratamientos farmacológicos, es incluso posible lograr que la mascota ingiera el tratamiento en forma voluntaria.

Esto aplica tanto para la medicina preventiva, es decir, todo aquello que debe administrarse por calendario, como desparasitantes, los tratamientos como los antibióticos, y los suplementos, como vitaminas, minerales o nutracéuticos.

Si esperamos que se cumpla la estrategia de prevención parasitaria así como la adherencia a terapéuticos de uso crónico, es importante que se tengan alternativas que simplifiquen la administración e incluso fortalezcan el vínculo con la mascota. Estas alternativas existen y su utilización ha permitido adherencia al tratamiento exitosamente, tanto en medicina veterinaria como en medicina pediátrica.

Ahora lo sabes, cuestionarse “¿y qué tal sabe esa medicina?”, no es una pregunta menor. Nosotros podemos entender que un medicamento es necesario para estar mejor de salud, ¡y aún así hay quienes no lo toman por eso! Para que tu mascota no tenga que preguntarse “¿por qué me obligan a comer eso que sabe tan amargo?” pregunta a tu médico siempre si para el tratamiento indicado, existe una versión más palatable.

Si sabe rico y se lo come con gusto, tendrá mejor efecto.

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