De lo místico y lo esotérico, a los compañeros que forman parte integral de la vida cotidiana, el gato en México tiene una rica mezcla de influencias históricas, culturales y espirituales que han moldeado la relación entre los mexicanos y estos felinos.
Paco Colmenares, Director Editorial
A diferencia del perro, que tiene una historia larga y profunda en México, los gatos no eran nativos de la región antes de la llegada de los colonizadores europeos. Sin embargo, las culturas prehispánicas ya tenían una rica tradición de veneración hacia felinos más grandes, como el jaguar, que representaba fuerza, poder y conexión con lo divino.
El jaguar era uno de los animales más reverenciados en las culturas mesoamericanas, asociado con la realeza y la protección espiritual.
Cuando los gatos domésticos fueron traídos a México por los españoles durante la conquista, se integraron en la vida cotidiana de los mexicanos, aunque sin el simbolismo directo del jaguar. Sin embargo, el respeto y la admiración por los felinos grandes influyeron en la percepción del gato, otorgándole un aire de misticismo y elegancia.
En comparación con Europa, donde durante la Edad Media los gatos eran a menudo demonizados y asociados con la brujería, en México la percepción del gato tenía una dualidad.
Si bien algunas creencias los vinculaban con lo sobrenatural, también se les valoraba por sus habilidades como cazadores y su compañía silenciosa, lo que les permitió integrarse en la vida doméstica sin el estigma severo que enfrentaron en otras regiones del mundo.
Independencia y misterio de bolsillo
En la actualidad, los gatos en México se valoran principalmente como mascotas queridas, pero su imagen sigue cargada de un cierto misticismo. En la cultura popular, el gato es visto como un símbolo de independencia, misterio y elegancia, cualidades que se reflejan en su representación en el arte, la literatura y la vida cotidiana.
Dado que en el México precolombino no había gatos, cada cultura del país hizo su interpretación del nombre que creían que tenían, pues se dice que oían a los españoles llamarlos con sonidos como “mishi mishi”, por lo que Michi, Mixi, Mishito o Misitu fueron interpretaciones de algunas lenguas indígenas que llegaron para quedarse como oficiales.
Comparado con otras culturas, como en Japón, donde el gato es un símbolo de buena fortuna y prosperidad, especialmente en la forma del *maneki-neko* (el gato de la suerte), o en el Antiguo Egipto, donde los gatos eran adorados como encarnaciones de la diosa Bastet, la percepción del gato en México es más compleja y está influenciada por una mezcla de respeto, admiración y un toque de misterio.
Además, el gato en México sigue siendo un símbolo de la dualidad, presente en muchas culturas: representa tanto la tranquilidad del hogar como la inquietante presencia de lo desconocido.
Esta percepción está en sintonía con la rica tradición mexicana de aceptar la complejidad y las contradicciones en la vida cotidiana, una característica que se refleja en la relación con estos felinos.
Este entendimiento del gato en México subraya cómo las influencias históricas y culturales pueden transformar la percepción de un animal común en un símbolo de dualidad, misterio y poder.
Los gatos en México son más que simples compañeros; son guardianes de secretos y reflejos de la rica herencia cultural del país, una relación que continúa evolucionando, pero que siempre mantiene un profundo respeto por estos enigmáticos felinos.
Egipto, la otra Gran Cultura que amó a los gatos como dioses.