El duelo también se presenta en los perros, ante la pérdida de algún compañero. Esto es lo que podrías notar en tus cachorros ante este escenario.
MVZ Aline Ixtab Morales Estrada y MVZ Alejandro Pérez Castañeda, Etovet
Perder a un compañero cercano, humano o animal, es notorio para la vida de un perro. Dependiendo de su nivel de apego y la cercanía que profesaban, los efectos posteriores a una muerte, en aquellos que se quedan, serán más o menos notorios.
Existen signos más comunes y esperados durante los días inmediatos posteriores a la despedida, como la disminución o pérdida del apetito, aumento en la vocalización (ladridos, aullidos o gemidos) o cambios conductuales, y es común que busquemos estrategias contra dichos cambios, sin embargo, podría ser contraproducente debido a que se puede reforzar conductas no deseadas.
Por ejemplo, si vemos que no quiere comer, buscamos agregar algo nuevo a su dieta o bien, hacemos un cambio total en su alimentación, lo que le lleva a ser más selectivo. O quizá vemos que muestra mayor necesidad de atención, por lo que comenzamos a proporcionarla para que no se sienta solo o triste, teniendo como resultado una necesidad de nuestra presencia para estar bien.
Ante la ausencia de un integrante de la familia, es esperado y válido un ambiente de tristeza y menos energía para interactuar.
Tiempo al tiempo
Darle un espacio a nuestro perro puede ser de gran utilidad para que logre adaptarse, relajarse y regresar a la rutina diaria, sin embargo, no quiere decir que no debemos hacer nada, conforme vayan pasando los días podríamos irle integrando a alguna actividad que se realizaba previamente, como salir a pasear, jugar con su pelota o peluche, animarle a comer su alimento, distribuyéndolo en diversos horarios para que vaya abriendo su apetito, así como involucrarle en actividades ocupacionales mediante juguetes interactivos.
No es necesario realizar todo en un solo momento, pueden ir realizando cada una de estas actividades por semana o por día, esto nos lo irá marcando nuestro perro, pero es importante buscar estrategias para alcanzar la meta. Inicia con paseos cortos, en lugares muy tranquilos; juguetes muy sencillos, pero con alimento muy suculento o momentos de interacción con lo que más le guste, pelota, peluche, masajes de relajación o simplemente darle cariño.
Recuerda no fomentar el que esté pegado todo el tiempo con nosotros. Debe darse cuenta de que no es necesario vigilar cada movimiento para que pueda sentirse bien. Poco a poco irá sanando y teniendo motivación para regresar a sus actividades del día, a pesar de esa ausencia.
Porque ellos siempre están para ti, ante el estrés post traumático.