Dra. Claudia Ivett Romero-Delgado
Profesora investigadora de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana, México.
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X: @Ivett5151
Tradicionalmente, cuando una pareja se separaba, los animales de compañía se repartían como parte del inventario de bienes materiales. Sin embargo, esta visión reduccionista no tomaba en cuenta los vínculos emocionales ni el bienestar de los propios animales. Hoy, cada vez más países y tribunales reconocen que perros, gatos y otros animales forman parte de la familia y, por lo tanto, merecen que su protección y cuidados estén garantizados durante un proceso de divorcio o separación.

El bienestar animal como eje central
La idea de otorgar custodia en un divorcio no se trata de “a quién pertenece” el animal, sino de quién está en mejores condiciones para garantizar su bienestar.
Se analizan factores como:
- Quién se encargaba de sus cuidados cotidianos (alimentación, paseos, visitas al veterinario).
- El entorno físico y emocional que cada tutor puede ofrecer.
- La relación afectiva que existe entre el animal y cada miembro de la pareja.


En algunos casos, los jueces han optado por esquemas de custodia compartida. Este modelo permite que los lazos emocionales se mantengan y que las transiciones sean menos traumáticas.
En definitiva, hablar de custodia animal es hablar de empatía y justicia. Al poner su bienestar en el centro, damos un paso más hacia una convivencia respetuosa y responsable, donde el amor y la protección se convierten en el verdadero vínculo que une a humanos y animales.
Aprende más sobre los avances en la legislación por el bienestar de los animales aquí.

