¿Han reflexionado sobre la importancia de guiar a nuestros perros más allá de darles amor y cuidados en su vida? ¿Sobre la importancia de buscar apoyo con un especialista en conducta canina que será fundamental para mejorar la calidad de vida tanto del perro como de nosotros? Estoy seguro de que sí, por ello me permito hablarles de una experiencia personal.
Chema Prida
En casa convivo con 4 perros, uno de ellos llegó hace 3 años, cuando él tenía 6 meses de edad. Nos cruzamos en un pueblo de Hidalgo, una noche de sábado. Cachorro sarnoso, desnutrido y triste, le abrí los brazos y se acercó como si me conociera de años. Subimos al auto y nos fuimos.
Duró casi 2 meses de rehabilitación con los doctores en la veterinaria, lo nombraron “Lalo” aunque salió cómo “Rigo” de la clínica. Nos fuimos a casa (otro cambio para el cachorro: calles del pueblo – veterinaria – mi casa) aunque en 3 meses tendríamos mudanza, un cambio más. Apenas 1 año de edad y 4 ‘movidas de tapete’ para Rigo. Nuevo lugar a descubrir, nuevas personas, nuevo todo.
Ansiedad, así defino el inicio de la vida juntos
Rigo es un perro adorable, agradecido, tierno, juguetón, pero con un tema de ansiedad producto de los cambios escritos, las experiencias (asumidas más no conocidas) en sus primeros meses de vida y la adaptación a una nueva manada.
¿Cómo se tradujo en mi día a día?
Rigo, con los otros 3 perros, adorable, paciente, tranquilo y juguetón con uno de ellos, pero cuidadoso con las 2 perritas pequeñas. Al salir de paseo, en manada, cambiaba, se sabía “el más fuerte y joven”, razón por la que se comportaba ‘demasiado protector’ siendo hasta agresivo con otros perros.
Atento a todo, pendiente de cada movimiento en la calle, sea de ardillas, gatos, perros, humanos o bichos; costaba captar su mirada. Al salir de paseo solamente él y yo, aunque no perdía atención a su entorno, caminaba más relajado y con mejor escucha a mi voz.
Viendo la situación decidí pedir apoyo a un profesional en conducta canina y llega a mí la referencia de un etólogo en Ciudad Satélite, MVZ Roboan Aguilar, Director de ATCAN México.
“Educación canina al más alto nivel. Coaching para dueños. Nos basamos en la metodología de la tercera vía. Certificación internacional”. es la información que aparece en sus redes sociales. Agendamos cita y comenzamos a trabajar. Esperaba una sesión de indicaciones entrenador – perro, yo observando, apoyándome en su experiencia para ‘corregir’ Rigo.
Hago una pausa: Corregir. Error claro ¿Acaso estaba defectuoso? No ¿Acaso tenía algún error? No, Rigo tenía circunstancias de vida que lo marcaron y sobre las que debíamos actuar para impulsarlo a tener calidad de vida. Todo está en las palabras y el sentido que les damos. Nada a corregir. El trabajo es conjunto.
La guía va hacia el perro y la educación hacia el ser humano ¿Cómo? Así lo leen: nosotros somos manada, referencia en su vida y quienes deben comprender cuál es la forma ideal para orientarlo cada día. Roboan Aguilar se enfocó en trabajar con ambos, “no hay unos sin dos”, decía, “la tarea, el trabajo en casa, es sumamente importante para el desarrollo de Rigo. Darte la vuelta conmigo es inútil si allá no le das continuidad”, agregó.
Comenzamos
Etapa 1. Observar a Rigo. Un buen profesional en conducta canina prioriza observar al animal. Poco sirve dar indicaciones si no comprendes el contexto. Le acercó 4 perros (en diferentes momentos) para observar su reacción. Luego caminamos con Matilda, una perra Rottweiler estable emocionalmente, tranquila, ante quien Rigo no supo cómo reaccionar. Solamente caminaron juntos, sin mayor tema.
Etapa 2. Jardín. Rigo, Roboan y yo. “Estando totalmente quietos, comienza a caminar con él”, dijo, “es importante observar su arranque, cómo suelta su ansiedad contenida” ante lo que di el primer paso mientras mi perro daba 10. De ahí, diversos ejercicios e indicaciones para tener mayor detalle y tomar decisiones.
Etapa 3. El humano y su perro. Pasamos de la observación a la ejecución y los ejercicios en casa. Todo movimiento basado en captar la atención de Rigo para ‘cambiarle el esquema’ y, con ello, relajarlo al pasear. Aquí está la etapa más importante: sin seguimiento, las 2 anteriores poco sirven.
En sí, al paso del tiempo, Rigo fue relajando su mood de paseo y estando más atento a mi mirada y voz. Por mi parte, comprendí que la ansiedad estará toda su vida pero que es manejable a fin de impulsarlo a tener más momentos de tranquilidad y disfrute.
Por esto es tan importante guiar a nuestros perros más allá de darles amor y cuidados en su vida. Un profesional en conducta canina es fundamental para apoyarnos en ello.