El apego emocional a nuestras mascotas.
Psic. Fraga Ostos
La pandemia nos hizo estar día y noche acompañando a nuestros peludos, generando más vínculos afectivos. Ahora que todo vuelve a la “normalidad”, presentamos ansiedad e incertidumbre por separación.
Es posible, normal y sano sentir apego por otras personas o por los animales, incluso por objetos personales. El apego que se desarrolla en la adultez, tiene su origen en la seguridad del apego en la infancia.
Si tuvimos un apego inseguro en la infancia, hay diversas formas en que esto se manifestará en la adultez, es por ello que el desapego que puede generarnos la separación con nuestros peludos puede manifestar ansiedad o incertidumbre cuando no estamos mucho tiempo con ellos.
Existe un apego sano con nuestro peludo, en donde él se sentirá protegido, seguro de conocer el mundo y de relacionarse con otros bajo la tranquilidad de saber que siempre estarás. Cuando el apego es negativo, nuestros miedos e inseguridades influyen en su modo de interpretar el mundo y de relacionarse con otros.
El tipo de apego que tenemos con nuestras mascotas es sumamente similar al que desarrollamos con nuestros padres.
Tipos de apego
1. Apego seguro.
Por lo general no existe una preocupación frecuente por el abandono del entorno o por el excesivo compromiso, se consideran merecedores de afecto y tienden a la calidez y estabilidad. Tienen independencia y buscan relaciones positivas. Es un buen objetivo tener este tipo de apego con nuestras mascotas.
2. Apego evitativo.
Como adultos tienden a tener dificultades a la hora de confiar en los demás y a sentirse incómodos en relaciones íntimas. Suelen ser menos sociables, aunque ello no implica que no puedan disfrutar de las relaciones. Como esas personas que sabes que quieren a sus mascotas, pero las acarician poco y les hablan un poco frío, o por su nombre normal, sin diminutivos ni apodos.
3. Apego ambivalente.
Se muestra en la adultez como una manera de relacionarse en la que se puede pensar que se es menos valorado de lo merecido, la identidad y autoconcepto pueden estar dañadas, existiendo inseguridad con respecto a “ser o no ser querido”. Este apego puede generar situaciones de dependencia o codependencia, así como miedo al abandono. Aquí encontramos a muchos quienes sufren demasiado, al alejarse de su mascota por periodos largos.
4. Apego desorganizado.
Las conductas son inconsistentes, por un lado la ausencia de la figura de apego resulta intranquilizadora, pero a su vez puede relajarse debido a ello. Pueden buscar una evitación activa del contacto o ir manifestando patrones extraños o cambiantes dependiendo de la situación. En la edad adulta, les cuesta entablar relaciones afectivas profundas, por lo que suelen tener relaciones breves o volátiles. Difícil personalidad para tener mascotas, especialmente perros, quienes regularmente necesitan mayor consistencia para sentirse amados, y para su educación.
Varios estudios en etología canina han concluido que se experimenta la misma tipología de apegos que entre padres a hijos.
Las personas extrovertidas, amables y responsables tienen perfiles de apego con sus perros menos ansiosos y evitativos; las que presentan una personalidad más neurótica, tienen apegos más ansiosos e inseguros con sus mascotas.
Si crees que identificas la forma de tu apego, y consideras que podría ser mejor, acércate con un terapeuta. Recuerda que en tanto la tranquilidad y paz mental, debe ser un orgullo reconocerte actuando por conseguirla, no es algo que debiera apenarte; pero además, recuerda también que tu estado emocional, lo reflejarás en casa también con tus animales.