Gatos y perros tienen diferentes formas de aportar sanación a nuestros momentos difíciles. Al enfrentar la muerte, los gatos nos enseñan mucho para una etapa crucial.
Paco Colmenares, Director Editorial
En Cat’s Life hemos abordado varias veces la capacidad sanadora de los gatos en términos fisiológicos, pero hay otro aspecto en donde también son grandes sanadores, que frecuentemente se separa de lo que atendemos con medicina tradicional, la salud mental y emocional, especialmente ante el proceso más duro que enfrentamos en la vida: el duelo ante la muerte.
Si bien los perros tienen una parte muy importante que se relaciona con la reactivación de las personas en estado depresivo (mejorar el ánimo, salir a pasear, jugar y hacer reír), hay etapas al despedirnos de una persona u animal, en dónde no logramos tomar fuerza para estas actividades alegres, y necesitamos apoyo más empático.
Aquí, quienes nos acompañamos de gatos sanadores en estos procesos, sabemos que son verdaderos maestros.
Continuar con la vida
Aún si hablamos de la primera noche que alguien no está, o los minutos siguientes al volver de un funeral, la vida debe continuar, pues el cuerpo no puede esperar demasiado sin cubrir sus necesidades. Aquí los gatos son un alivio, pues incluso en nuestro peor momento, no es necesario hacer gran cosa para atenderlos. Al regresar revisamos que haya comida en los platos, agua corriente y el arenero medianamente útil… y listo. No hay una demanda por pasear, ni una preparación alimenticia compleja.
Paciencia y espacio
Si necesitamos estar en silencio, el gato no sólo evita alterar eso, sino que lo agradece y acompaña. Sabemos que está ahí, viéndonos o a nuestro lado, pero no va a interrumpir el momento meditativo con ruidos y vocalizaciones con frecuencia.
El ronroneo
Desde luego saben que algo anda mal, que tu ánimo es bajo y tu energía peor, pero ninguno de esos factores le impide acercarse a usar su motor de cariño más sutil: el ronroneo. Cual gadget de meditación, el motor arranca y hasta entra en ritmo con tu respiración, reduce tu presión arterial y es privado, sólo lo escuchas tú que estás cerquita. Suficiente para salir del llanto, pero sutil para no ser discordante con una noche triste.
El ronroneo ronda entre los 20 y 150 Hz, aunque la mayoría se queda alrededor de 30Hz. Esta es una vibración muy baja, y algunas teorías dicen que favorece la sanación ósea.
Ausencia de llanto
Aún si el gato se ve afectado por la ausencia, su tristeza será de carácter contemplativo, es decir, no hay ruidos, gemidos, llanto o aullidos que enfaticen el drama que está a punto de explotar en ti. Aceptémoslo, a veces estás aguantando con todas tus fuerzas no romperte por el bien de otros, o porque debes fingir un poco por el trabajo, pero si alguien más se rompe antes -incluido un perro- ya no podrás contenerte.
Los gatos quizá también extrañen al ausente, pero irán en silencio a ese sillón donde lo esperaba, o a su cama, y eso puede ayudar.
Y si hay que despedirnos de un gato, no limites el ritual. ¡Sana, viviéndolo!