La responsabilidad de evolucionar algunos miles de años al lado de animales fantásticos exige desarrollar habilidades fantásticas propias.
Paco Colmenares
En todo relato mítico, legendario o fantasioso, aquellos que tienen el don de atraer o acercarse a los seres más increíbles del cuento, suelen ser representados como seres con habilidades sobrenaturales.
Los que entrenan dragones, los que invocan a las bestias, quienes vuelan sobre el lomo de hipogrifos. Aquellos a quienes los seres fantásticos les permiten acercarse y no sólo los respetan, sino les dejan acariciar su pelaje o curar sus heridas, son héroes o magos, humanos conectados con el universo a un nivel superior.
Quienes tenemos en casa uno o más gatos, somos los hospederos de espíritus elusivos, capaces de vivir en la oscuridad y caminar sobre líneas frágiles a varios metros de altura. Seres que pueden sentir la energía y la radiación, que pueden adivinar la aproximación de otros sólo porque el aire se mueve.
Ahora añadamos que ese ser mitológico confía en nosotros para decidir qué darle de comer. Comprendamos que vivimos desarrollando pociones y recetas cada vez más mágicas para esos seres espectaculares salidos de cuentos fantásticos.
Valoremos que somos los proveedores alimentarios del ser más misterioso y efectivo de la evolución.
Tenemos ese honor.