¡Ay Chihuahueño!

Es una de las dos razas más representativas de México, pero sin lugar a dudas la más popular alrededor del mundo.

Los Chihuahueños (y no Chihuahuas, por su traducción al inglés) representan la posibilidad idónea de tener un perro a su lado para todas las personas que consideran tener poco espacio en casa, o quieren facilitarse el estar acompañado de sus animales en la mayoría de espacios públicos, o de viaje.

Los Chihuahueños no son una buena opción para los niños, debido a que son muy frágiles y confiados con sus humanos apegados, así que dejan de poner atención en los juegos y resultan fácilmente con lesiones serias, o por el dolor de una lesión, pueden morder a la persona más cercana.

Razas de Chihuahueños

Oficialmente se aceptan dos variedades en esta raza: de pelo largo y de pelo corto, pero realmente todos aman tanto a los Chihuahueños, que no hay muchas limitantes para esta raza. El pelo puede ser medio o muy largo. Puede ser delgado o grueso, ¡y del color que sea! El tamaño también es muy variable, y aunque rondan los 15 o 20 centímetros a la cruz, los hay más altos, y algunos más pequeñines. Aun así, ningún término extra como “Toy”, “Minitoy” o “Tacita” son realmente parte de la raza, y nadie que en verdad sepa del tema los usa jamás.

La historia es un poco incierta, pero son claros descendientes del Techichi, una de las razas más antiguas del México prehispánico, pues aunque tienen algunas diferencias, comparten las famosas y coloquiales “cabeza de venado” y “cabeza de manzana”. Esta característica los hace únicos, y hace innegable con esa raza, hoy extinta, del mundo olmeca, azteca y tolteca.

Aún hay quien dice que los Chihuahueños se creen perros grandes, o que no dimensionan su tamaño, por la reacción agresiva y escandalosa que pueden tener ante retos mucho más grandes que ellos, pero la mayoría de los etólogos serios concuerdan exactamente con lo contrario, es decir, que están tan conscientes de su dimensión y posibilidades físicas, que tiene como principal recurso el escándalo, tratando de disuadir a los intrusos, en defensa de su espacio, y más común, de sus personas amadas.

Aún cuando es normal verlos celosos y enojados, no hay que encausar este carácter, que puede llegar a tener consecuencias físicas serias, como shocks por esta misma ira. Ayúdalos a socializar desde cachorros, para que acepten la presencia de otros perros y otras personas a su alrededor.

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