“Petichismo” o cuando la mascota llena un vacío emocional

Cada vez hay más animales en los hogares y nos corresponde como tutores el crear una relación sana con ellos para disfrutar su compañía y no afectarlos.

La demanda de mascotas aumentó enormemente después del confinamiento. El aislamiento del home office volvió la mirada a casa, donde las mascotas siempre han jugado un papel importante.

La soledad y el aislamiento nos puede llegar a deprimir si no estamos tan acostumbrados. Sumando además la situación mundial general, es muy común que busquemos el cariño de un animal de compañía. Sin embargo, además de la responsabilidad que conlleva, debemos saber que es una relación recíproca en la que buscamos la felicidad mutua. Así podremos volverla sana y no cargarle nuestros problemas al animalito.

Pet- ichismo

El petichismo es el síndrome descrito por la antropología social como obsesión compulsiva hacia un animal de compañía que viene a cubrir ausencias en el hogar.

Por ejemplo, cuando los hijos abandonan el hogar, hay quien tiene un perro para llenar su vacío pero se debe comprender que los animales no son personas. En esta circunstancia, tampoco es sana la relación psicológica que adoptamos con ellos. Hay que vivir las pérdidas, cumplir los duelos y luego, si queremos, adoptar una mascota.

Tampoco un perro puede suplir la pérdida de un padre, madre o pareja. No obstante, teniendo clara esta premisa de no obsesionarnos de forma fetichista con nuestra mascota, es muy saludable la buena dependencia con nuestra mascota.

Un animal no debe ser objeto de devoción compulsiva pero sí debe ser estimado. No hay que caer en el síndrome del domador queriendo que este haga trucos en público sino tomar al animal de compañía como modelo de civilización, tal y como propone el antropólogo Manuel Delgado.

El perro o gato no es una subrogación de personajes humanos cercanos como padres o hijos porque este no es su rol ni alcanzar a cumplir las expectativas emocionales. En cambio, los animales son capaces de darnos todo el amor del mundo y compañía de forma desinteresada. 

Relación sana: Valores como la lealtad, el amor, la devoción o la ternura están en muchas de nuestras mascotas y gracias a ellas se despiertan en nosotros

Empatía y comprensión

Además, ellos son quienes mejor pueden comprendernos al poseer una capacidad empática muy por encima de los humanos. Si hablamos de perros, la mayoría de razas son buenas con los niños y cohesionan la familia con su sentido de protección.

Valores como la lealtad, el amor, la devoción o la ternura están en muchas de nuestras mascotas y gracias a ellas se despiertan en nosotros.

Existen algunas pautas de lo que significa tener mascota sin caer en un petichismo obsesivo, un fenómeno que antropólogos y sociólogos como Radcliffe-Brown, Paul Yonnet, Kathleen Szasz o Marvin Harris empezaron a estudiar hace años.

El petichismo entendido como obsesión fetichista que humaniza compulsivamente a nuestras mascotas, educándolas como si fueran nuestros niños o adjudicándoles el rol de un ser querido, debe transformarse en una relación sana.

Artículo publicado en La Vanguardia por Alexis Racionero.

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