Caballos en el tiempo

El recorrido histórico de los caballos hasta las disciplinas modernas.

MVZ Luis Fernando De Juan Guzmán – Departamento de Medicina, Cirugía y Zootecnia para Pequeñas Especies. Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia UNAM

Los hermosos caballos que venos hoy en día en nuestras vidas, disciplinas y deportes, han recorrido un largo camino a nuestro lado. Hoy te traemos una de las historias m´pas detalladas y ricas que podrías encontrar para entender este largo andar.

La extraordinaria resistencia que caballos y humanos pueden alcanzar al trabajar juntos, va más allá de lo creíble y materialmente posible. Pruebas inequívocas de voluntad, empeño y colaboración en equipo, por parte de ambas especies, han quedado inscritas en la memoria del tiempo.

Extenuantes migraciones, larguísimas rutas comerciales, eficientes sistemas de postas e impresionantes gestas militares, han demostrado la tenacidad, el vigor y la entereza de estos dos seres, así como la formidable y loable solidez de su vínculo.

Nacidos para el Endurance

Algunas de las razas que se utilizan para las competencias de resistencia o Endurance ecuestre, han sido creadas en tiempos recientes (es decir, los últimos 500 años) buscando y fijando en ellas los rasgos necesarios para desempeñarse de forma sobresaliente en distintas funciones de alta exigencia.

Entre ellas destacan: el Pura Sangre inglés, Hannoveriano (y su variedad el Westfaliano), Morgan, Anglo-árabe, diferentes ponis galeses, Moyle (el raro caballo de los mormones), Trakehner, Lipizzano, Haflinger, Cuarto de Milla, Poni Boer, Fox Trotter de Missouri, Poni de las Montañas Rocosas, Appaloosa y Criollo americano.

Sin embargo, otras son descendientes de aquellos corceles que acompañaron a la humanidad a lo largo de milenios en su desarrollo civilizatorio y que han demostrado, ya desde la Antigüedad o durante la Edad Media, ser idóneas para enfrentar grandes desafíos.

Extraordinarias razas antiguas

Al igual que a los temibles vikingos, el hostil clima escandinavo forjó al recio Fiordo noruego, una raza reconocida entre las más antiguas del mundo y cuya formación inició hace cuatro milenios, siendo hoy en día, el corcel más parecido al caballo salvaje que vagaba en Asia durante la última de las glaciaciones.

Presente en antiquísimos mitos, era montura de Odín (el rey de los dioses nórdicos), de las feroces valquirias y de las enigmáticas nornas. Inmensamente versátil y con un poderío excepcional, la consistencia, el equilibrio, el temperamento y la fortaleza de este poni, hacen de él un peligroso rival a tomar en cuenta en las pruebas de resistencia.

Entre ponis y caballos

El tenaz Poni islandés (en su tierra es considerado un caballo, no un poni), es el resultado de siglos de vivir al aire libre en una tierra con condiciones climáticas extremas e insoportables para la mayoría de los seres vivientes. Descendiente directo de los equinos llevados a la isla en el siglo IX por colonos nórdicos, se le llama “el caballo de los cinco andares”, siendo el Tölt el más característico: un paso suave, cómodo, seguro y rápido, el cual puede sostener a través de los terrenos más fatigosos.

Gracias a sus huesos sólidos, a sus macizos músculos, a sus eficientes movimientos (en los que no desperdicia energía), a su proverbial fortaleza (soporta cargas equivalentes a un tercio de su propio peso) y a su perenne valentía, es un competidor infatigable. Por otra parte, nacido de las inhóspitas tierras irlandesas, el Connemara es otro de los ponis más fuertes de la Tierra.

A pesar de que en el s. XIX este corcel recibió contribuciones de las razas Árabe y Berberisca, es también descendiente de los rústicos ponis que los celtas encontraron en la costa occidental de Irlanda en los s. V y VI a. C. De todos esos ancestros, el Connemara heredó su enorme resistencia y dureza para enfrentar cualquier reto. Otro gran competidor es el Holsteiner, la raza más antigua de Alemania y que habita los pantanos del río Elba desde hace más de 700 años. Estos animales eran criados formalmente en el año 1300 en el monasterio de Uetersen, en Haseldorf.

Caballos del desierto y tierras lejanas

Sin embargo, el Árabe es el absoluto campeón de la resistencia, siendo también la belleza encarnada. A diferencia de las razas que fueron moldeadas por las nieves y el frío perpetuo del septentrión, el caballo Árabe es producto de las arenas y del infernal calor del desierto. Con una antigüedad de más de 5.000 años, esta raza ha contribuido, en mayor o menor medida, a la formación de casi todas las del resto del mundo. En la actualidad es el favorito en las pruebas de Endurance ecuestre, lo que no resulta raro dadas sus proezas del pasado.

El caballo Visir de Napoleón

Un ejemplar de esta raza llamado Visir, uno de los 129 que tuvo Napoleón Bonaparte, fue el que casi siempre montó el emperador durante su fracasada campaña de Rusia, por lo que el animal resistió las más terribles penurias y además, el inmisericorde invierno ruso.

En su penoso recorrido cubrió la distancia entre París y Moscú y de regreso, no menos de 5.600 km, llegando a la capital francesa con una insospechada entereza y todavía lleno de energía. También fueron caballos Árabes, los más de 4.000 ejemplares que acompañaron al faraón Ramsés II, el Grande, a la batalla de Qadesh en el s. XIII a. C.

Después de recorrer más de 900 km de desierto, pelearon contra los hititas y le brindaron el triunfo al País del Nilo. Posteriormente, tras recorrer la misma distancia de regreso, los corceles del faraón desfilaron victoriosos ante el pueblo egipcio. Otro caballo surgido del desierto es el Berberisco, del norte de África, un animal completamente diferente al Árabe y, para algunos expertos, aún más antiguo.

Resistencia adquirida

En los últimos años esta antiquísima raza ha despertado el interés de los competidores de Endurance, pues es un adversario amenazador dada su extraordinaria resistencia, adquirida a lo largo de milenios durante los que se enfrentó a condiciones de vida especialmente adversas.

Excelente caballo de batalla, en el año 711 cruzó el estrecho de Gibraltar, junto con los guerreros musulmanes, para conquistar la península ibérica. Un contrincante a la altura del Árabe y del Berberisco, en lo que a resistencia se refiere, es el Akhal Teke, descendiente de los célebres caballos níseos, también llamados de Ili, y de los famosos caballos de Ferghana, ambos reconocidos desde la Antigüedad por el intenso brillo dorado de su pelaje, rasgo que aún conserva el Akhal Teke, siendo famoso el deslumbrante reflejo metálico de su manto.

Caballos de resistencia

Sus ancestros también le heredaron su excepcional resistencia, pues fueron los corceles que utilizó el grupo de mercenarios griegos que apoyaron la rebelión de Ciro el Joven, en Persia, en el año 401 a. C., en contra de su hermano el rey Artajerjes II. Después de ser vencidos en la Batalla de Cunaxa y de la desbandada del ejército rebelde, el gran caballista Jenofonte dirigió a los guerreros griegos a la orilla del Mar Negro, a través de territorio enemigo y siendo constantemente hostigados por los persas.

De acuerdo con este militar, historiador y escritor, los griegos y sus caballos recorrieron en toda la expedición 1150 parasangas, que equivalen a poco más de 6.000 km. Los valientes Marwarí se enfrentaban sin reparo a los elefantes de guerra y se dice que jamás ninguno se rindió ante el enemigo, convirtiéndose en orgullo de los rathores.

Su lealtad ha sido celebrada por siglos, ya que podían defender a su jinete una vez caído, atacando ferozmente a cualquiera que intentara acercársele. Disciplinas como el Endurance moderno, sin duda honran lo que estos formidables animales han vivido con nosotros, y su tremendo desarrollo físico y mental.

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