Algo muy común es ver a canes y gatos arrastrar o frotar su trasero por todo el piso de la casa. Esto puede ser por varios factores que deben ser bien identificados por el veterinario. Desde una irritación por cuerpos extraños (pasto, restos de jabón, papel de baño, pelos, popó), pasando por alguna enfermedad de sacos anales (o su incorrecta higiene), hasta algo desagradable, como los parásitos internos.
Lombrices o gusanos en mi mascota
Además de que pueden tener formas microscópicas, estos parásitos se pueden observar en heces, vómito o saliendo del trasero de los pequeños peludos, ya que muchos son oportunistas y les gusta depositar sus huevos ahí, con la finalidad de seguir su ciclo reproductivo, así que muchas veces tu cachorro puede ingerirlos al lamerse… e incluso transmitírtelos tras un buen lengüetazo. Pueden causar problemas digestivos, hepáticos, cardiacos, respiratorios, oculares, cutáneos e incluso neurológicos.
La desparasitación interna se confunde como un método preventivo para evitar que los contraiga; sin embargo, tu compañero canino o gatuno está en constante exposición con las fuentes de contagio: al ingerir pasto o agua estancada, al olfatear popó o la colita de otro can o felino, al acicalar a otros amigos peludos y más, por lo que es imposible que lo protejas de todos estos patógenos.
¡A desparasitar se ha dicho!
Por ello la desparasitación se hace de forma estratégica, buscando atacar los principales parásitos internos que pueden encontrarse en tu pequeño, dependiendo del clima de la localidad, la especie, la edad y el método de infección. Visita a tu veterinario, quien planteará la mejor estrategia para atacar parásitos y posibles enfermedades; seguramente recomendará se desparasite de dos a tres veces por año, y recomendará estudios de análisis de heces dos veces anuales (también evitas que te contagie ). Por eso se sugiere al mismo tiempo desparasitar a toda la familia, para mayor seguridad y protección.
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